Frida Kahlo.
Biografías para Armar. Catapulta(2020)
“Yo soy la desintegración…El fenómeno imprevisto. ¿Qué haría yo sin el absurdo y lo
fugaz?. “Naturaleza” bien muerta. Diario de Frida Kahlo.
La colección nos propone en este caso la vida
de Frida Kahlo. La estructura del libro
es muy adecuada, ya que en cada capítulo los autores utilizan un determinado
color que permite develar el momento que vivía la pintora, cierran con
fragmentos del Diario de Frida, lo que sumado a las ilustraciones de Pablo Bernasconi
hace de la obra una exquisitez, ensamblando concepto, imagen y testimonio.
El itinerario comienza en Rojo:
calor mexicano, suelo seco y ardiente en Coyoacán, el 6 de junio de 1907 nace Frida, la cuarta de cinco
hermanas. Su padre Guillermo ”se encontró con dos ojos negros que lo hechizaron,
algo de la niña, lo hipnotizó". La misma experiencia le acontece a Diego
Rivera cuando la conoce, años después. ¿Qué fuerza ardiente esconden esos ojos?. Rojo fue el terremoto de la revolución que convulsiono a México y se volvió masacre,
con su onda expansiva, hasta llegar incluso al hogar de los Kahlo.
En ese contexto un golpe
fortuito en una pierna deja muy dolorida a la niña y su madre decide atenderla
por precaución, el diagnóstico inesperado cae con la fuerza de su nombre Poliomielitis. Incorporando en su vida un compañero fiel: el dolor físico. Aceptándolo, ella se dejara tallar, emergiendo en cada contragolpe una personalidad peculiar.
“Verde, la luz tibia y buena“.
El segundo capítulo hace referencia a la adolescencia de Frida, su paso por la
Escuela Elemental, que hace germinar un temperamento femenino muy distinto, atípico,
con una constitución fuerte y peculiar, fruto de su educación. Que, también teñida
por los aires de la revolución se afirma en los orígenes; la vida de los
primeros habitante, sus costumbres, la iconografía azteca, sus tradiciones y su
lengua. Esto se volcó sobre la muchacha que adquirió ese sello propio en su vestimenta:
polleras largas que de paso ocultaban su pierna más delgada, accesorios y modo
de peinarse. Su llamativa belleza fue un sello propio que inspiro a modistos y
encanto tanto en USA como en París como en Italia.
La irrupción del Dorado
marca la fractura, el momento más traumático de su vida: el accidente, que hizo
que partículas de pintura que llevaba un pintor que viajaba a su lado cubriera
su cuerpo; ”en cuerpo y alma su vida se quebró en dos, para siempre". Un mes de
hospital, la vuelta a casa y el Azul que
manifiesta la tristeza, que se fue colando en los rincones de la casa familiar
inundando todos los ambientes. El color de la soledad, el abandono de “ un espíritu
libre encerrado en un cuerpo roto. ¡Que iba a hacer una mujer que no podía valerse
por sí misma en la década del 20?”
La genialidad de su madre, que
le construye un caballete en su cama con un espejo en el dosel, y la irrupción de la pintura, que junto a
su definitiva fuerza de voluntad, le
permitirán al tiempo ponerse de pie. Dedicarse
definitivamente al arte: su sanación. Frida al pintarse encastraba en su
identidad los fragmentos de su desdichada historia, integrándolos en un
estallido de color y forma. ”¿Quién diría que las manchas viven y ayudan a vivir?”
El Blanco, la Luz de Diego
que inunda toda la escena, también él deslumbrado por su temperamento,
transitando ambos al principio una irrefrenable amistad, luego devenida en un
gran amor, tumultuoso, con los vaivenes de la personalidad de cada uno. Escribe
Frida; “nadie sabrá jamás como he querido a Diego. No quiero que nada lo hiera.
Que nada lo moleste y le quite la energía que necesita para vivir”. También él la amó muchísimo, hasta la adoración, como supo y pudo, con
la imposibilidad de comprender y aceptar el dolor que siempre la aquejó. Luego
del casamiento, la continua convulsión de dos temperamentos fuertes, hace
conocer a Frida el dolor moral, ese otro amigo fiel que todo lo tiñe de Gris; la desilusión de la infidelidad, tres
embarrados perdidos, el desamor, y nuevamente la irrupción de un amigo de
antaño el dolor físico, hasta teñirlo todo de Negro.
Y así, el lector recorren todas las tonalidades de la vida, el temperamento y la producción de quien en la
pintura restaura y reconstruye su propio ser. “Creían que yo era surrealista,
pero no lo era. Nunca pinté sueños, pinté mi propia realidad”.
El Amarillo, la locura y el
sinsentido se derramaban por su vida, casi sin querer; la recurrencia de un dolor que se tornaba
depresión, los viajes, la soledad, las operaciones, los variados corsés, cada
vez más estrechos, que sin embargo no lograban derrotarla.
De Frida y con ella aprendemos
la forma heroica de vivir una existencia abrumadora, la fuerza de la belleza, que todo lo convierte en Color, Forma y Existencia.
La honestidad de mirar la vida a la
cara, elevando su estatura de mujer, amplió horizontes hacia destinos más felices.Triple es su herencia: Belleza, Creación y Humanidad, como tres frondosos árboles
donde descansar y recuperar el aliento.
Destaco la genialidad creativa de los autores, que plantean un tema muy
complejo a un público infanto-juvenil de modo creíble, sutil y adecuado; emociona
la belleza y el respeto por el lector. Lo lúdico ha sido considerado, el ejemplar contiene un espectacular puzzle de 300 piezas.
Un texto que puede ser trabajado muy bien desde lo artístico, hasta lo existencial; como Frida nos ha enseñado nuestra vida es trabajo, tarea, sobre nosotros mismos y sobre la realidad, esa porción minúscula que la vida nos ofrece a cada uno, para transformar, generando todo el Bien y la Belleza que nos sea posible. Muy recomendado!!! Cristina García Recalde.