sábado, 15 de febrero de 2020



 No me tomes a la Chacota. Gloria Candioti.
Literatura en clave de identidad personal .

   Al leer No me tomes a La chacota de Gloria Candioti quede absolutamente prendada, tuve que caminarla varias veces, hundirme en sus dichos, hasta descubrir porque. Descubrí que Ña dejaba de ser un personaje de ficción para ir tomando identidad. Ella me remitió a una de mis lecturas favoritas Santiago Kovadloff.  
    En El enigma del Sufrimiento, plantea que el dolor es un Intruso que aparece sorpresivamente en la vida, golpeando a la persona. Es una presencia extraña, irrumpe; perturba la paz de nuestra subjetividad, provocando anomalía, crisis, y disonancias. El pasaje del dolor al sufrimiento, para el autor habilita nueva identidad, es un tránsito a la vez dramático y discontinuo; crítico pero absolutamente creativo. Este enigma deja de serlo cuando es aceptado como cincel de la propia personalidad. Kovadloff citando a Vang Ghog nos invita a aceptar que el sufrimiento es lo único que tenemos que aprehender en la vida y que, como tal, no es un saber constituido que uno pueda proporcionar a otro. Es prueba, quebranto, es ofrenda que solo se reconoce cuando se ha vivido y se transforma en aprendizaje, cuando se ha  incorporado a la propia vida.

   Doña Chacota lo sabe porque lo ha vivido, el lector atento lo percibe, porque su temperamento tiene la sobriedad silenciosa de quien fue transformada por ese camino propio. Ella sobrellevó la irrupción del Intruso (dolor). Lo dejó habitarla y en la paciencia que da el tiempo, a fuerza de la palabra lo expulsó, transformándolo en vida. Así fecundó; cuando logró resolver  la tensión entre el Intruso y su yo.

    En Ña  el paso se hace visible, las historias le permitieron desplazar la tensión dramática de la propia crisis anidada en su alma. Ella  aceptando el ineludible devenir, se transformó y habilitó una segunda identidad, un nuevo nacimiento. Se volvió  una mujer más dócil, más atenta y absolutamente plegada a la relación con los demás. Accedió a una  instancia superior del conocimiento de sí y de los otros. Admitiendo su propio fracaso, se hizo más compañera del dolor de todo aquel  que se acerca al almacén. Ella es una experta habilitadora del quizá, del replanteo, de lo nuevo, de la donación de sí, en cada palabra. Sin proponérselo explícitamente va generando vida, “otra cosa” que empieza a ser potencia en el otro.
    Esto convierte a  Ña en una mujer entrañable, esas personas simples que viven en los pueblos y que son portadoras de una belleza particular, porque poseen una sabiduría propia. Sufrió un desengaño amoroso, que la marcó, pero del que se aleja contando historias. Las palabras son un muro que la separa del dolor, a la vez que un filtro que transforma todo lo que toca,  puentes que la empujan hacia adelante, a la relación con todos. Una música que acompaña y acaricia el alma y que uno va percibiendo en la medida que se acerca a la tienda.
    Es una gran narradora de historias, que ha fraguado y con las que contribuye a forjar la identidad de sus clientes. Es una exquisita dimensión de la literatura oral lo que ella nos ofrece. Las palabras y los gestos  de los clientes operan como disparador en su mente, y así se despliegan ríos de historias, que envuelven y transforman  también a Damián, un  adolescente, urbano y un poco triste que ha llegado al pueblo a pasar el verano en casa de sus tíos y su primo Marcos.

   Damián también  esconde un conflicto. El gran Intruso se ha colado en su alma, lo tiene inquieto, le punza el corazón, interfiriendo en su vida. No ha tenido un buen año, ni escolar, ni personal por eso los padres lo envían al pueblo, donde habita Ña, a pasar las vacaciones a casa de sus tíos. Hasta aquí un  relato simple, entrañable y conmovedor que a mi inmediatamente me disparó analogías.

   Gloria Candioti nos hace disfrutar inventando un universo que nos recuerda que las palabras vienen de lejos, circulan, trabajan en la mente de las personas para quedarse, porque ellas  encierran vida. Se asientan, comunican y promueven el encuentro. Las palabras dan vueltas por las calles, crecen, pasean por las casas y luego se acomodan. Para instalarse al fin, en quién las propaga. Bailan, dice en un momento, si se las cuenta con sentimiento.

    Es clara la primera  inflexión: las palabras dichas con sentimiento producen un cambio  en quién sabe escuchar con atención, como le sucedió a Damián. El chico queda impactado por esta mujer, se fascina escuchándola. Ella desvela casi sin quererlo una nueva identidad del joven, que cuando regrese a la capital  después de las vacaciones se sorprenderá distinto, cambiado.
Damián como Ña  hizo el pasaje que describe Kovadlof, ya no es el que fue, ni tampoco su dolor transitado, sino algo que está en el medio, una nueva persona, más consiente de sí, que al aceptar su desafío habilitó energías recónditas y desconocidas de su equipo básico de humanidad. Las historias también cuentan de uno, dice la Tía Mabel, o le hablan a uno. En el cruce precioso de esta trama, los personajes están buscando su identidad, esa que llevamos dentro, desde el primer momento de la vida, pero que debemos descifrar en el contacto con la propia historia. A Ña las palabras la abren a donarse en cada momento, hasta olvidarse de su propio dolor.

   Segunda inflexión, Se le volvió costumbre contarlas, y ella  se va transformando con cada una.Hay que tener cuidado con lo que se dice, observa. En este andar de cuento, ella asumió su destino y ayudó a tantos a asumirlo, amando la realidad en cada detalle, con sus gestos y con cada palabra. Lo más lindo que Ña tiene es el Amor con que cuenta y el Tiempo que le dedica.

   A Damián estas historias lo sacuden de su aparente distracción, lo mueven, porque antes lo conmovieron. Como él cada uno de nosotros al atrevernos a realizar con simpleza este viaje, asumimos una de las objeciones más hostiles de la vida actual: el sufrimiento. El sufrimiento es parto, fecundidad, prueba, que le  permite hacer la travesía de salir del  propio narcicismo al encuentro de la vida que viene. Será otro. Más dueño de sí, seguro y libre. Las palabras lo sanaron. ¿Dónde obtuvo estos conjuros? De la relación con Ña, de las historias, de la propia vida recreada con un nuevo significado. Aún y a través de la dificultad. Ir más allá lo conduce al jubileo tercera inflexión, un tiempo de gracia en el que se disuelve el yugo de la aparente opresión.
   Que recurso la literatura como herramienta en la búsqueda de la identidad. Es una clave facilitadora, porque favorece la empatía y promueve a la comunicación. El desafío de Ña es la aventura de cada uno de nosotros: crear vínculo y forjar identidad. Es fascinante asumir esta aventura en la vida.
Cristina García Recalde

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