No me tomes a la Chacota. Gloria Candioti.
Literatura en clave de identidad personal .
Al leer No me tomes a La chacota de Gloria
Candioti quede absolutamente prendada, tuve que caminarla varias veces,
hundirme en sus dichos, hasta descubrir porque. Descubrí que Ña dejaba de ser
un personaje de ficción para ir tomando identidad. Ella me remitió a una de mis
lecturas favoritas Santiago Kovadloff.
En El enigma del Sufrimiento, plantea que
el dolor es un Intruso que aparece sorpresivamente en la vida, golpeando a la persona.
Es una presencia extraña, irrumpe; perturba la paz de nuestra subjetividad, provocando
anomalía, crisis, y disonancias. El pasaje del dolor al sufrimiento, para el
autor habilita nueva identidad, es un tránsito a la vez dramático y
discontinuo; crítico pero absolutamente creativo. Este enigma deja de serlo
cuando es aceptado como cincel de la propia personalidad. Kovadloff citando a
Vang Ghog nos invita a aceptar que el sufrimiento es lo único que tenemos que aprehender
en la vida y que, como tal, no es un saber constituido que uno pueda
proporcionar a otro. Es prueba, quebranto, es ofrenda que solo se reconoce
cuando se ha vivido y se transforma en aprendizaje, cuando se ha incorporado a la propia vida.
Doña Chacota lo sabe
porque lo ha vivido, el lector atento lo percibe, porque su temperamento tiene
la sobriedad silenciosa de quien fue transformada por ese camino propio. Ella sobrellevó
la irrupción del Intruso (dolor). Lo dejó habitarla y en la paciencia que da el
tiempo, a fuerza de la palabra lo expulsó, transformándolo en vida. Así fecundó;
cuando logró resolver la tensión entre
el Intruso y su yo.
En Ña
el paso se hace visible, las historias le permitieron desplazar la
tensión dramática de la propia crisis anidada en su alma. Ella aceptando el ineludible devenir, se transformó
y habilitó una segunda identidad, un nuevo nacimiento. Se volvió una mujer más dócil, más atenta y
absolutamente plegada a la relación con los demás. Accedió a una instancia superior del conocimiento de sí y
de los otros. Admitiendo su propio fracaso, se hizo más compañera del dolor de todo
aquel que se acerca al almacén. Ella es
una experta habilitadora del quizá, del replanteo, de lo nuevo, de la donación
de sí, en cada palabra. Sin proponérselo explícitamente va generando vida,
“otra cosa” que empieza a ser potencia en el otro.
Esto convierte a Ña en una mujer entrañable, esas personas
simples que viven en los pueblos y que son portadoras de una belleza particular,
porque poseen una sabiduría propia. Sufrió un desengaño amoroso, que la marcó,
pero del que se aleja contando historias. Las palabras son un muro que la
separa del dolor, a la vez que un filtro que transforma todo lo que toca, puentes que la empujan hacia adelante, a la
relación con todos. Una música que acompaña y acaricia el alma y que uno va
percibiendo en la medida que se acerca a la tienda.
Es una gran narradora de historias, que ha fraguado
y con las que contribuye a forjar la identidad de sus clientes. Es una
exquisita dimensión de la literatura oral lo que ella nos ofrece. Las palabras
y los gestos de los clientes operan como
disparador en su mente, y así se despliegan ríos de historias, que envuelven y
transforman también a Damián, un adolescente, urbano y un poco triste que ha
llegado al pueblo a pasar el verano en casa de sus tíos y su primo Marcos.
Damián también esconde un conflicto. El gran Intruso se ha
colado en su alma, lo tiene inquieto, le punza el corazón, interfiriendo en su
vida. No ha tenido un buen año, ni escolar, ni personal por eso los padres lo
envían al pueblo, donde habita Ña, a pasar las vacaciones a casa de sus tíos. Hasta
aquí un relato simple, entrañable y
conmovedor que a mi inmediatamente me disparó analogías.
Gloria Candioti nos
hace disfrutar inventando un universo que nos recuerda que las palabras vienen
de lejos, circulan, trabajan en la mente de las personas para quedarse, porque
ellas encierran vida. Se asientan,
comunican y promueven el encuentro. Las palabras dan vueltas por las calles,
crecen, pasean por las casas y luego se acomodan. Para instalarse al fin, en
quién las propaga. Bailan, dice en un momento, si se las cuenta con sentimiento.
Es clara la primera inflexión: las palabras dichas con sentimiento
producen un cambio en quién sabe escuchar con atención, como le
sucedió a Damián. El chico queda impactado por esta mujer, se fascina
escuchándola. Ella desvela casi sin quererlo una nueva identidad del joven, que
cuando regrese a la capital después de
las vacaciones se sorprenderá distinto, cambiado.
Damián como Ña hizo el pasaje que describe Kovadlof, ya no
es el que fue, ni tampoco su dolor transitado, sino algo que está en el medio, una nueva persona, más consiente de sí,
que al aceptar su desafío habilitó energías recónditas y desconocidas de su
equipo básico de humanidad. Las historias también cuentan de uno, dice la Tía
Mabel, o le hablan a uno. En el cruce precioso de esta trama, los personajes
están buscando su identidad, esa que llevamos dentro, desde el primer momento
de la vida, pero que debemos descifrar en el contacto con la propia historia. A
Ña las palabras la abren a donarse en cada momento, hasta olvidarse de su propio
dolor.
Segunda
inflexión, Se le volvió costumbre contarlas, y ella se va transformando con cada una.Hay
que tener cuidado con lo que se dice, observa. En este andar de cuento, ella asumió
su destino y ayudó a tantos a asumirlo, amando la realidad en cada detalle, con
sus gestos y con cada palabra. Lo más lindo que Ña tiene es el Amor con que
cuenta y el Tiempo que le dedica.
A Damián estas
historias lo sacuden de su aparente distracción, lo mueven, porque antes lo
conmovieron. Como él cada uno de nosotros al atrevernos a realizar con simpleza
este viaje, asumimos una de las objeciones más hostiles de la vida actual: el
sufrimiento. El sufrimiento es parto, fecundidad, prueba, que le permite hacer la travesía de salir del propio narcicismo al encuentro de la vida que
viene. Será otro. Más dueño de sí, seguro y libre. Las palabras lo sanaron. ¿Dónde
obtuvo estos conjuros? De la relación con Ña, de las historias, de la propia
vida recreada con un nuevo significado. Aún y a través de la dificultad. Ir más allá lo conduce al jubileo
tercera inflexión, un tiempo de gracia en el que se disuelve el yugo de la
aparente opresión.
Que recurso la
literatura como herramienta en la búsqueda de la identidad. Es una clave
facilitadora, porque favorece la empatía y promueve a la comunicación. El desafío de Ña es la aventura de cada uno de
nosotros: crear vínculo y forjar identidad. Es fascinante asumir esta aventura
en la vida.
Cristina
García Recalde
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